domingo, 25 de octubre de 2009


Leer por leerAñadir vídeo

Por T.G.C. Mabel Pruvost de Kappes

Lo que importa es la lectura. Lo que no importa es la lectura.

Nada más. Estas dos premisas son suficientes para zambullirnos en la ingente tarea de encontrar formas de promoción de la lectura.

¿Por qué? Porque somos conscientes de la importancia de la lectura, a la vez que sabemos qué poco importante es la lectura para la mayoría de las personas.

¿Para qué? Para compartir el tesoro inmenso que hemos recibido quienes amamos la lectura. Para hacer un poco mejor el mundo que heredamos. Para que nuestros hijos hereden un mundo más humano.

"Para sentir muchas ganas de leer, un niño no necesita saber que la lectura le servirá más adelante. En vez de ello, debe estar convencido de que ésta le abrirá todo un mundo de experiencias maravillosas, disipará su ignorancia, lo ayudará a comprender el mundo y a dominar su destino" dice Bruno Betelheim en Psicoanálisis de los cuentos de hadas”.

El ser humano construye su subjetividad a partir de lo simbólico. Es el único ser capaz de crear cultura, por lo que un universo de significados es lo que define su humanidad. En este campo sabemos que para bien o para mal toda impronta temprana deja profundas huellas.

En tiempos de crisis, sobre todo de valores, en que parecen desdibujarse los contenidos de nuestra cultura, el rescate de las formas básicas y la revalorización de lo esencial, cobra especial sentido.

Múltiples investigaciones demuestran que el hábito de la lectura, iniciado temprana y placenteramente por los padres u otros miembros de la familia, y continuado a lo largo del tiempo, ejerce una influencia positiva en el desarrollo intelectual y afectivo del sujeto.

La lectura ayuda a las personas a construirse a sí mismas, a imaginar otros mundos posibles, a soñar, a descubrir sentidos, a encontrar movilidad en el tablero social, y, sobre todo, a pensar.

Leer para tener acceso al saber, en cualquier edad, es algo que puede ayudar además, a no caer en la marginación, a conservar los vínculos afectivos, y a comprender-interpretar un mundo cambiante, en particular en lo relacionado con el acceso a diversos medios de información, apropiarse de los conocimientos a través del estudio de la historia, de las ciencias, en definitiva, de la lectura. Es una manera de ser parte del mundo, encontrar un lugar en él.

Lo que debemos promover es el entusiasmo por la lectura. Pues son las personas que ya han descubierto la maravilla que encierran los libros, los mejores promotores de todos los tiempos. Sólo hay que crear conciencia de la necesidad de ser multiplicadores de buenos hábitos. Lo que en última instancia, sólo sería crear conciencia de que la lectura es esencial al ser humano.

Un párrafo de Alberto Manguel en "Una historia de la lectura" dice: "Todos nos leemos a nosotros mismos y al mundo que nos rodea para poder vislumbrar qué somos y dónde estamos. Leemos para entender o para empezar a entender. No tenemos otro remedio que leer. Leer, casi tanto como respirar es nuestra función esencial".

Todo lo que hacemos por obligación, produce, tarde o temprano, cansancio o rechazo. Todo lo que hacemos por placer, siempre tiene el incentivo del deseo. Es decir, del entusiasmo.

La mejor manera de promover la lectura es hacer que los noveles lectores descubran en la actividad una situación placentera que puede deparar más satisfacción aún.

Y en última instancia: Leer nos hace libres. En tanto y en cuanto asumamos este simple axioma, estaremos listos a dar el primer paso. Y no olvidemos que un ejemplo vale más que mil palabras, aunque de lectura se trate. Si no nos ven leyendo, es muy difícil que nos crean que leer es una de las mejores actividades que podemos realizar.

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